Como Decir Lo Que Queremos ... Sin Herir Sus Sentimientos

Publicado en por RIDDECK

 

 

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El sexo no solo hay que dar sino, también, recibir. Pero, con frecuencia, lo que se nos da, aun siendo bueno, no es lo que realmente nos gustaría recibir en ese momento. Y entonces es cuando nos toca pedir. Pero no siempre sabemos cómo hacerlo sin herir sentimientos.


Conviene saber algo importante: los seres humanos no somos adivinos; y los hombres no son una excepción. Por eso, resulta poco productivo esperar que ellos adivinen lo que su pareja espera de ellos.


El cerebro de la mujer parece más capacitado para establecer una imagen espectacular de los sentimientos del otro; lo que las lleva a ´adivinar´ (realmente a sentir) con relativa facilidad lo que les pasa a los demás por la cabeza.

Sin embargo, el cerebro de los hombres está estructurado de otra manera. Tiene otras capacidades, pero esa no se encuentra entre ellas. Por eso, hay que ponérselo fácil, aunque a muchas mujeres les dé rabia o se sientan avergonzadas por ello. No hay que perder el tiempo en pensar en si eso es correcto o no, o si ellos ya deberían saberlo, etc. Mientras piensas esas cosas, se pasa el tiempo y te encontrarás sin nada.

Hombres y mujeres a la hora de pedir


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Los hombres no suelen tener este tipo de problemas a la hora de pedir. Ellos suelen ser más directos y no entienden de caminos tortuosos cuando hay una nítida línea recta que les dirige a su objetivo. Si quieren algo lo piden.


Pero a las mujeres les cuesta mucho ser tan directas. Y, algunas, al intentar vencer ese obstáculo, fuerzan las cosas hasta el extremo de pasarse; y en vez de ser directas resultan bruscas. Sin términos medios. Pero otras quedan paralizadas intentando resolver, antes, dos interrogantes: ¿cómo pedirlo sin que les dé vergüenza? Y, ¿cómo hacerlo de forma sugerente sin tener que decirlo de forma expresa? Son dos problemas de difícil solución.

Diálogo previo


Si algo intimida -por ejemplo, pedirle a él que te haga sexo oral- no resultará fácil vencerlo en el preciso momento que se necesita; hay que conseguirlo antes. Por eso, suele afirmarse que el diálogo es el motor de una relación abierta y espontánea. Hay que tener hablado, antes, lo que te gusta y lo que no; lo que te gustaría probar y lo que no; lo que aceptarías hacer o que te hicieran y lo que no; las circunstancias que intentarías vencer tus reticencias y las que no.

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Cuando todo eso está hablado, en el momento que se necesita, bastará un gesto para que él entienda. Incluso, gestos previamente acordados serán suficientes.

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